Educador de Gatos

CAT   ESP

La Pitxurrieta, la Nefertiti y su dueña primeriza.

Por Neus

Jordi, ¡estas dos gatas están estupendas! Ahora ya hace 26 días que viven juntas y te tengo que decir que todo ha ido sucediendo exactamente según tu predicción, excepto algunos detallitos que han hecho este proceso mucho más emocionante e intenso de lo que esperaba. Te los explico en un momentito y sigo: pues resulta que justo una semana después de traer a Nefertiti a casa, cuando hacía un par o tres de días que habían dormido por primera vez a pocos centímetros de distancia (te envié una foto, ¿recuerdas? Yo estaba que no me lo creía y me dijiste que pronto serían muy amigas, cosa que me alegró muchísimo). Pitxurrieta tuvo su primer celo. ¿Quizás la presencia repentina de otra felina en casa tuvo alguna cosa que ver? ¡Pitxu es jovencísima! Solo tenía siete meses y medio en aquel momento, y se puso en celo ni más ni menos que un día después que yo la inscribiera en una campaña para la esterilización de animales de compañía. Tenía previsto no tardar mucho en pedir hora a sus veterinarias para que la esterilizaran antes de su primer celo pero quería esperar a que Pitxu y Nefer ya fueran buenas amigas para no complicar su proceso de adaptación...

Total, que a la semana de tener a Nefer aquí y justo cuando estaban empezando a aceptarse ya tenía a Pitxu en celo. Y Nefer, que vino esterilizada, de repente se la miraba con cara de ¿y ahora a ti qué te pasa? Era de còmic. Al cabo de seis días aproveché que Pitxu se había relajado del celo para hacerla esterilizar. Me supo mal porque me parecía que esto sería una interferencia en su proceso de adaptación, pero mira tu, al cabo de un par o tres de días, aún con los puntos y la campana incorporados, Pitxu empezó a correr detrás de Nefer y a lanzársele encima para jugar. Sensacional. En aquel momento me parecía que ya lo teníamos y empecé a respirar mucho más tranquila. Pero el descanso duró poco. Justo cuando Pitxu ya no tenía los puntos en la herida fui a la protectora municipal a firmar los papeles de adopción de Nefer. Allí la revisaron, desparasitaron, microchiparon y vacunaron y desde entonces (interpreto que como efecto secundario de la vacuna porque el veterinario me alertó de que era una cosa que podía pasar) empezó a desarrollar un resfriado muy bestia, con un tipo de tos tan escandalosa que entonces empezó a ser Pitxu (por cierto, ya recuperada del todo y de todo y juguetona como siempre) quien se la quedaba mirando en plan ¿y a ti, se puede saber qué te pasa a ti? Hoy, como no mejoraba, la he llevado al veterinario y le ha diagnosticado una traqueitis. Ahora se está tomando la primera dosis de antibiótico y antiinflamatorio.

Pues como te decía, que a parte de estos detallitos que te acabo de comentar así en plan rápido, todo ha ido exactamente como tú lo predijiste. No obstante, para mí (que soy una dueña de gatos primeriza) ha sido un proceso intensísimo. Me acuerdo al principio de todo enviándote SMS, mails, o llamándote alteradísima porque no sabía si las cosas estaban yendo bien. Mi percepción era que Nefertiti había entrado en casa con aires de reina egípcia (haciendo honor al nombre que le habían puesto las mujeres de la asociación que la habían recogido de la calle, recientemente abandonada) y que había destronado despiadadamente a mi pobre Pitxurrieta, que había quedado totalmente aterrada por su llegada y se puede decir que prácticamente ni comía. Yo me sentía culpable ni más ni menos de haber traicionado a "Pitxu de mi corazón" (así es como mi hija y yo la llamamos cuando nos coge un ataque de amor hacia ella; evidentemente ahora hemos extendido la apelación y tenemos la variante "Nefer de mi corazón" para cuando el ramalazo incontrolable es hacia la otra).

¡Pero solo hacía falte darles tiempo a estas gatitas! Al cabo de poco de que yo entrara en una crisi total y absoluta en plan "Jordi, Jordi, no sé si lo podré aguantar" de golpe hubo un giro y poco a poco todo empezó a ser cada vez más fácil. No hizo falta ni que vinieras a visitarnos. De verdad que me ayudaste mucho con tus incansables "tranquila, esto es normal". La verdad es que me sentía un poco ridícula porque si conseguía mirármelo desde fuera, de alguna manera, ya veía que solo hacía falta tener paciencia y dar tiempo y que seguramente yo estaba proyectando en mis gatas cosas que no eran suyas sino mías. ¡Pero oye!, para una dueña primeriza y sensible como yo no era tarea fácil. Me consolaba imaginándote diciendo "tranquila, esto es normal" a decenas y decenas de dueñas primerizas alteradas como yo (si no es así no me lo expliques por favor. Tu dí que sí, jajaja).

Y nada, que ahora estoy encantada. Tienen ratos que no se hacen ni caso (la Pitxurrieta es mucho más juguetona que Nefertiti y a veces la busca y la otra no está por historias, aunque seguramente sea así por la fiebre, pobrecita). Pero tienen episodios buenísimos que las tendrías que ver cómo juegan, venga a correr y a perseguirse por casa, divertidísimas. Y en ocasiones de golpe es como mágico, porque veo como Pitxu se acerca tiernamente a Nefer y va y le lame. Es precioso. Y ahora cuando salgo de casa (tanto si es para ir a trabajar todo el día como si es para salir a comprar el pan a la panadería de la esquina) lo hago mucho más tranquila que antes. No hay color. Ha pasado a la historia aquello de oir los maullidos de Pitxu al cerrar la puerta detrás mio o bien al abrir el portal de abajo como cuando se quedaba sola... Y en los momentos en que las contemplo fascinada o bien cuando hablo de ellas con mi familia y amigos a menudo recuerdo el preciso instante en que me dijiste por teléfono que si adoptaba a otra gatita más o menos de la misma edad que Pitxu las dos tendrían una vida mucho más rica. Cuánta razón tenías. Gracias Jordi.

Neus (abril 2015)