Después de conocer el caso, el primer paso es una visita a domicilio. Una vez allí, observo la situación mientras escucho todo lo que la familia del gato tenga que decirme o preguntar.
A partir de aquí empiezan los ejercicios que se deben hacer, a diario a ser posible, con el objetivo de cambiar la situación e intentar que las cosas mejoren.
El gato es un animal que no quiere ni prisas ni impaciencia. Los procedimentos acostumbran a ser lentos al principio, pero se aceleran a medida que avanzan los días.
El número de sesiones depende del problema que hay y de la dedicación de la gente en casa. Muchas veces basta con una sola visita.
El precio de la visita depende del lugar donde vive el gato.
En la educación de un gato no se trata de que el gato haga las cosas que queremos, sino que nosotros le ofrezcamos las que él necesita.
Sin el esfuerzo de todos en casa, es complicado conseguir lo que nos proponemos.