Hacía 7 años que Church (un gato precioso de unos 4,5kg) vivía con nosotros cuando decidimos adoptar a Shanti (una perrita de cinco semanas y 1,7kg). Church siempre había sido el único animal que vivía en casa (a parte de nosotros dos) y cuando trajimos la perrita primero se la miró con miedo y después la empezó a pegar. Church arrinconaba a Shanti y la empezaba a pegar, hasta que no lo parabas tu el no paraba. A veces Shanti conseguía esconderse detrás del sofá pero el gato intentaba llegar como fuera. No nos atrevíamos a dejarlos juntos y menos solos por miedo que Church le hiciera daño a Shanti (pensad que actualmente, con casi cinco meses Shanti pesa 3kg, es una mini perra). Buscamos información por internet y preguntamos sobre como hacer las cosas, total, que no encontrábamos una solución que nos gustase, había soluciones muy... estrambóticas. Hasta que al final, mi novio encontró la página web de el Educador de Gatos. Llámamos a Jordi y vino a visitar a la pareja en casa, nos dió unas directrices a seguir, nos ayudó a interpretar los gestos de nuestro gato (que los interpretábamos mal) y actualmente se portan genial. Mientras estoy escribiendo estas líneas están corriendo arriba y abajo de casa jugando (y ... santa paciencia que tiene Church por aguantar a Shanti, porqué siendo un cachorro sólo tiene ganas de jugar).