Educador de Gatos

CAT   ESP

Gina y Troy

Por Glòria Ortínez

Gina fue un regalo de Sant Jordi. Como una rosa, llegó a casa con tres semanas de vida, más o menos, porqué no comía sola. Fuimos a base de biberones un buen tiempo. La propietaria de la madre de Gina tenía prisa por desprenderse de los cachorros y esto no le fue muy bien a la pequeña, ya que nunca tuvo contacto con ningún otro gato. Por lo tanto, su carácter se fue haciendo muy especial. De hecho continúa siendo una gatita muy especial, es muy rabietas y a la vez extremadamente cariñosa y simpática. Hace muchas cosas que recuerdan a todo menos a una gatita, pero Gina siempre ha sido así, y a mi ya me parecía bien. En realidad siempre la he adorado, quizás por ser tan diferente y salvage. La relación que tenía con ella era perfecta, hasta que llegó Troy.

Troy era un macho que de un día para el otro, apareció en la calle de mi casa. Chillaba con mucha tristeza, estaba sucio y pasaba hambre y frio, yo diría que lo abandonaron cuando se hizo mayor. Nos hicimos amigos, le llevaba comida y agua, pero con la carita que te miraba te pedía algo más. Así que fui al veterinario, y después a casa con Troy. Seguí las instrucciones de los veterinarios, y encerré a Troy en una habitación. Cuando Gina se enteró que allí había otro gato, ¡pensaba que me mataba! Empezó a bufar, a roncar, a chillar, a tirarse contra la puerta, en fin... pero me dijeron que era cuestión de tiempo.

Un día, en un descuido mio, Troy salió de la habitación y se tiró contra Gina. Desde entonces, Gina dejó de dormir conmigo, dejó de mirarme, y se volvió muy irritable, con episodios de miedo y rabia, contra mi y contra Troy, cuando de tanto en cuanto dejaba que saliera de la habitación un rato. Era imposible juntar dos gatos adultos para mi. Gina ya tenía cuatro años, Troy de dos a tres. Me vi desesperada, había perdido a Gina, y no sabía que hacer con Troy. Fue entonces cuando contacté com la Fundación Altarriba, para explicar mi caso, y sobretodo para poder encontrar una casa para Troy. Pero Yolanda me dió los datos de el Educador de Gatos. Me dijo, textualmente, Jordi “lo arregla todo”. Contacté con él y, a la primera que arregló, fue a mi. Me tranquilizó mucho hablar con él, y ver que tenía esperanza de que Troy se quedase en casa. Quedamos para que visitase a mis gatos con dos semanas de antelación, y en estos días, casi me empollé la web de Jordi, que es fascinante. Saqué alguna idea muy positiva para mis gatitos, y sobretodo la tranquilidad que antes he citado, que fue muy importante, porqué conseguí transmitirla a mis gatos, sobretodo a Gina.

Cuando llegó Jordi a casa, la situación estaba un poco mejor, ya podía dejar más rato a Troy libre, con Gina, pero los ataques de uno y otro eran aun a menudo y violentos. Tampoco compartían nada, ni comida, ni agua, ni pipi-cat. Nada de nada. De hecho parecía imposible que lo pudiesen hacer, pero... ¡milagro! Jordi estuvo en casa unas tres horas, les habló, les hizo jugar, les acarició, los tranquilizó, y me dió unos ejercicios para hacer con ellos a diario, todo el tiempo que pudiera. Aquel mismo día empezaron a compartirlo todo.

A día de hoy, con los deberes que Jordi nos puso en casa, y con su interesante visita, mis mininos están libres y juntos todo el día. Gina vuelve a dormir cada día a mis piés, Troy es un travieso que no para de jugar y hace enfadar mucho a Gina que aun no sabe jugar con él. Pero sobretodo en casa hay paz y mucha satisfacción de ver que he conseguido juntar a mis gatos. Yo de tanto en cuanto llamo a Jordi para consultarle dudas o inquietudes que tengo, y el siempre me responde con mucho interés, cosa que le agradezco intensamente, ya que gracias a el y a su relación tan especial con los felinos, consigue aquello que para otra persona sería imposible. Jordi tiene un don con los felinos. ¡¡¡Yo lo he visto en mi casa !!!

Glòria Ortínez.