Educador de Gatos

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Jagger, Gala y Garbo

Por María Luisa Díaz

Me llamo María y comparto mi vida con tres gatitos estupendos, dos machos y una hembra.

Un día al volver a casa me encontré con que estaba llena de mechones de pelo, uñas partidas, sangre y cacas. No me dio tiempo ni a reaccionar cuando de repente los dos machos se enzarzaron en una pelea que parecía que era a muerte, los gritos y zarpazos se escuchaban en todo el edificio. Tuve que separarlos tirando de uno que además me arañó y mordió el brazo. Jamás los había visto así. Los tuve cerca de un mes separados mientras dormía o trabajaba y cuando estaba en casa los soltaba y vigilaba pero al final, en unos minutos, tenía que volverlos a separar o meter a uno en el trasportín o colocarles el arnés.

En los días siguientes a la primera pelea Jagger vivía asustado en un rincón llorando y Garbo se envalentonaba y campaba a sus anchas por la casa bufando y gruñendo, además de totalmente fuera de si, nerviosísimo.

La situación era tan tensa que empezaron a enzarzarse en peleas todos, incluida Gala, que nunca se había peleado. Me bufaban y me gruñían a mi cuando tampoco lo habían hecho nunca y si escuchaban cualquier ruido fuera de lo normal (y no necesariamente alto) se ponían a correr como locos y a darse golpes contra las paredes.

Yo no dormía bien por las noches ni me iba tranquila de casa porque me daba miedo lo que me podía encontrar cuando volviera, y sinceramente, me pasaba la mitad del día llorando de la pena que me daba que estuviéramos los cuatro tan mal.

Intenté de todo, están todos castrados, intentaba continuamente jugar con ellos cuando estaban juntos, puse enchufes de feromonas (que en mi caso no valieron para nada), cuando salía a hacer recados me llevaba a uno para que los otros estuvieran más tranquilos (esto solo lo hice una vez porque el que salía de casa se estresaba mucho) y no mejoraban, al revés, parecía que cada día estaban más nerviosos.

Al final, desesperada porque en mi casa no se podía vivir, me puse a buscar otras opciones y encontré a Jordi.

Vino a mi casa unos días después y fue lo mejor que he hecho nunca. ¡Tendría que haberle llamado antes!

Estuvo un rato con los gatos y luego me dio una serie de pautas a mi, también me explicó algunas cosas relacionadas con la psicología felina. Con unos pequeños cambios en cuanto a hábitos en mi casa y la tranquilidad que Jordi me transmitió, no he vuelto a tener problemas con ellos, todo lo contrario, están más tranquilos que nunca.

Jordi! Te estaré siempre muy agradecida y, aunque espero no tener que llamarte de nuevo, si así fuera no dudaría en hacerlo.

¡Un saludo y muchas gracias por todo!

María.