Educador de Gatos

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Zoro y Banban

Por Carolina Loga

Adoptamos a Banban cuando Zoro tenía 4 años y mucho aburrimiento encima. Queríamos que tuviera un compañero de juegos que lo hiciera estar más activo. Optamos por adoptar un gato de la calle que llevaba varios días deambulando por un polígono y que parecía abandonado. Llegó a casa y desde el primer día se mostró muy cariñoso y amistoso con nosotros.

Hicimos la típica introducción de gatos: intercambio de olores al principio, después de espacios y finalmente los íbamos juntando a ratos. Llegamos a la tercera fase, pero la paz duró poco.

A las 6 semanas era imposible tenerlos libres por casa sin que se atacaran, por lo que preguntamos a la veterinaria y a la prote qué podíamos hacer. Las dos coincidieron en una respuesta: tenían que pelearse para establecer su relación de poder. Nos pareció raro, pero no somos expertos.

Dejamos que tuvieran 2 grandes peleas, que acabaron en gritos, pelos por todos lados y alguna pequeña herida. A mí personalmente me dejaban muy chafada emocionalmente. Pensaba “¿Qué sentido tiene esto?”. La situación empeoraba e íbamos hacia atrás. Zoro bufaba y gruñía a través de la puerta con solo oír los pasos de Banban.

Por eso, decidí buscar ayuda profesional, descartando a los asesores por e-mail, WhatsApp o teléfono. Quería que alguien viniera a casa y viera qué pasaba. Y encontramos a Jordi.

Entre el contacto y la visita pasaron pocos días. Lo primero que hizo al llegar fue analizar el espacio y darnos un par de consejos al respecto. También nos explicó cómo teníamos que indicar a los gatitos que estaban haciendo algo mal y cómo separarlos si se peleaban (spoiler: no incluye vaporizadores de agua ni ruidos fuertes).

Después, juntó los gatos y analizó la situación. Nos sorprendió cuando nos dijo que no se peleaban por el territorio ni por los recursos. Su problema era que tenían formas distintas de comunicarse. “Banban es muy brusco y Zoro es muy finolis”. Lo que nos dejó claro es que no teníamos que dejar que se pelearan, todo lo contrario. Teníamos que ayudarlos a entenderse sin violencia.

Nos mandó hacer unos ejercicios con unas instrucciones muy concretas. Al principio, todo iba muy lento y pocas cosas indicaban que la situación pudiera llegar a ser ni medio normal. Pero poco a poco veíamos como Zoro cogía confianza y Banban era menos impulsivo. Hasta que un día los pillé jugando a través de la puerta de barrotes que teníamos instalada. A partir de entonces, la situación avanzó mucho más rápido.

5 semanas después de la visita de Jordi conseguimos que estuvieran por casa libres sin pelearse. Entonces, nos dijo que había llegado el momento de dejarlos libres por la noche. Y aquella noche…. ¡no pasó nada! Dormimos tranquilamente hasta las 7 de la mañana. Tres días más tarde, quitamos la puerta de barrotes que ya hacía días que solo utilizábamos por la noche, para separarlos.

Quiero remarcar que durante todo el proceso fuimos asesorados por Jordi cuando teníamos dudas.

Ahora mismo han pasado unas 7 semanas desde que vino Jordi y los gatos juegan, comen y beben a la vez (incluso del mismo bol), se persiguen jugando y duermen juntos. Tienen sus “discusiones”, pero no se pelean ni se hacen daño. Saben comunicarse y entienden cuando el otro quiere jugar o quiere tranquilidad. Banban maúlla contento cuando ve a Zoro y Zoro provoca a Banban para jugar y perseguirlo.

¡Muchas gracias, Jordi!